domingo, 29 de noviembre de 2009

Carta perdida a Aminetu Haidar en el aeropuerto de TEnerife


Aminetu Haidar:

Me duele tu país desde el momento en que una estúpida marcha se empeñó en dejarnos huérfanos de honradez definitivamente, como regalo final y vergonzante de un franquismo que ya se moría.

Ahora tiemblo de pensar que también entre las arenas del desierto de la indiferencia y la anulación crece la irrefrenable fuerza de la razón.

Tiemblo de verte por ahí rodeada de gestos desbordados de amable condescendencia, casi afectiva y real, que intentan apoyar tu grito descomunal de agonía del alma.

Tus ojos cristalizados me hunden un aguijón envenenado en lo más profundo. La historia se me acumula y se me viene a los ojos con una virulencia enemiga y despiadada.

Mucho más fácil paliar amortiguando los ecos de la culpa que solventar ajustadamente una cuestión que quema hasta en las mismas pupilas de los ojos que se niegan a mirarte.
Poco vale esta reflexión que nace de lo que me va quedando apenas de aquellos recuerdos tan verdes como llenos de ignominia.

No me queda ya voz de puro viejo, pero que sepas que más que soluciones mis palabras te ofrecen la vergüenza cómplice del silencio de los más de treinta años que os dejamos sin más a cielo raso.

Las palabras son solo palabras. No son acuerdos ni documentos, ni resoluciones formales de independencia. Mis palabras son más pobres que otras, apenas se oirán debajo de mi capa; pero amiga Aminetu, me duele tu huelga y tu dolor y el de tu patria. Eso es todo.

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