Los datos del fracaso:
Dicen las astadísticas, que el fracaso escolar en España es muy severo: un 32% del alumnado de Enseñanza Obligatoria fracasa, es decir no obtiene el graduado necesario o abandona el sistema antes de terminar la Secundaria (pero después de haber cumplido los 16 años, pues de otro modo, estarían en una situación irregular, pues la ley obliga a la escolarización hasta esa edad).
La cifra produce, realmente, un vértigo en el estómago y un desasosiego en el alma indescriptibles. Es como si quienes fabrican un coche, operarios de una larga cadena desde el diseñador inicial al último trabajador de finisage o venta, oyese decir que un 30% de los coches fabricados por él (por ellos) pierden las ruedas antes de cumplir los primeros cien kilómetros, o rompen el motor, sin que pueda arreglarse, antes de los 400.
Pero esas malas lenguas, estadísticas malvadas, cuentas de la vieja retorcidas, falaces incluso, precisan algo más si cabe, señor Font de Mora, en su comunidad, entre el Chino Mandarín, la clase de inglés en inglés de refuerzo, la EpC en la lengua de Shakespeare o cosas semejantes, la estadística se dispara hasta un 39%.
Sin comentarios, señor Conseller: he ahí los frutos de su esfuerzo y dedicación.
El fracaso escolar es solo la manifestación más evidente de un problema que afecta al entarmado mismo de una sociedad en la que la educación se ha venido convirtiendo en la criada vieja y respondona a la que nadie sabe exactamente cómo enderezar y rejuvenecer.
Uno de los problema más claros al respecto se relaciona con el hecho de que unos y otros responsables se empeñan "mejorar" los índices en lugar de cambiar los modelos. Si hay conflictos en los institutos no se resuleven inventándose "los mediadores" sino rectificando los modelos operativos que hacen posible que se generen los conflictos: es decir educando en la libre expresión y en la no violencia. Nada fácil, es cieto, pero elemental.
El fracaso escolar es solo la manifestación más evidente de un problema que afecta al entarmado mismo de una sociedad en la que la educación se ha venido convirtiendo en la criada vieja y respondona a la que nadie sabe exactamente cómo enderezar y rejuvenecer.
Uno de los problema más claros al respecto se relaciona con el hecho de que unos y otros responsables se empeñan "mejorar" los índices en lugar de cambiar los modelos. Si hay conflictos en los institutos no se resuleven inventándose "los mediadores" sino rectificando los modelos operativos que hacen posible que se generen los conflictos: es decir educando en la libre expresión y en la no violencia. Nada fácil, es cieto, pero elemental.
Para mejorar la estadística no es lo mejor "prolongar" aún más la estancia caótica y sin sentido, del alumando en la escuela (creo que en esto le han engañado: le va a costar mucho más caro y no va aresultar eficaz), sino transformar los modelos educativos, hasta conseguir que un mayor índice de alumnos sean capaces de responder con eficacia al reto de su educación. Educar no es cuestión de tiempo, sino de voluntad: nunca se "educará" quien no tiene voluntad, deseo o necesidad de hacerlo.
Nadie pone en duda la imperiosa necesidad de cuajar un pacto nacional por la enseñanza pública que definitivmaente serene las aguas y permita un análisis desapasionado, profundo, científico y validable de la situación. Solo ese análisis permitirá tomar las medidas imprescindibles y urgentes que garanticen el proceso de recuperación, lenta pero firme, de este modelo que agoniza aniquilando generaciones de españoles que irremediablemente están pagando y pagarán los errores de quienes venden palabras huecas.
En este escenario un personaje como Font de Mora no solo no es adecuado para tranquilizar las aguas, sino que es una tormenta persistente y arrasadora que esquilma de manera cruel, constante e irrecuperable el escaso predio que resta.
Las estadísticas, señor Conseller, son otra manifestación más de su incompetencia.