En una época en la que Ansón, desde la Docta Casa, se puede permitir el lujo de comparar ministas con Chiquito de la Calzada, o que las ministras (puntualicemos, alguna miembra del gobierno), se permiten el lujo de proponer, ¿por qué no?, que se adopte la forma "miembra" para designar los miembros del sexo femenino, que ya me dirá ustes si no son ganas, de algún colectivo plurisexual o bisexual cuando menos, tipo Consejo de Ministros y Ministras; en una época como la presente, cualquier cosa es posible.
Hasta el olvido. ¿Recuerdan ustedes las "jóvenas" de una ilustre diputada del PSOE, creo que diputada por Cádiz, su cuna de nacimiento, osea, aunque hacía y décadas que vivía en Madrid, profesora de lengua española o castellana i conyuge ilustre por más señas? Pues fue que no, que la fórmula no cuajó y ya hasta la hemos olvidado. A la diputada quiero decir, o casi, porque de otro modo se hubiera podido tirar de esa manta lingüística y hacer del PSOE vivero de atractivas sugerencias igualitarias, a lo largo y lo ancho de su dilatada carrera de compromiso con esa necesidad inaplazable y perentoria de arreglo y/o mejora social que es, precisamente, la de proponer neologismos, barbarismos y estupideces varias, como variantes en los usos lingüísticos que garanticen la verdadera y auténtica igualdad entre todos los géneros habidos y por haber.
Que no, Sra. Ministra, o sea, que no, que la lengua no evoluciona por la vía del decreto. que la lengua es, y espero que no le parezca mal, de los hablantes, infintamente más listos que sus mandatarios, ágrafos y petulantes, despistados o igualitaristas.
Como rectificar, dicen es de sabios/sabias, la Ministra seempeña en mantenella y no enmendalla.
O sea, que ya te vale.
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